domingo, 25 de julio de 2010

Plegaria por el Arbol.

Los inmensos bosques de América, son cada día destridos y nadie se preocupa de replantar. Tan brutal destrucción de lo que representa en sentido físico: los pulmones de la Tierra.

Requiere nuestra benevolencia juvenil el calificatico de "industria forestal".

Una industria como la de los Indios cuando trocaban oro por vistosos collares de cuentas de vidrio. Entregamos el oro de los bosques, por el vidrio colorado de los derechos fiscales.

Préparanse, así sequías, plagas, angustias para el porvenir. Dicho y hecho.

El desorden de la Naturalezaa impondrá un día la reposición ; ¿qué estamos viviendo a nivel mundial?. Llegará el arrepentimiento.

Los árboles purifican y fecundizan, no sólo el aire y la tierra; nuestro crazon, también.

Son los árboles, apostóles silenciosos, predicandonos el bien.

Amar el árbol es comprender la vida. La armonía y la bondad fluyen de cada una de sus hojas, mejor que las del libro.

Felices, fuertes y triunfadores, son los pueblos que surgen en medio de los árboles, y gozan de la caricia de su sombra y de la terapéutica de sus frutos.

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